Hace relativamente poco tuve una paciente joven que venía a terapia obligada por su familia. Físicamente era una niña muy guapa y muy muy delgada , tenía una apariencia frágil y sus ojos estaban llenos de tristeza.
Ella me contó que su familia estaba obsesionada con que tenía que comer, que no la dejaban tranquila, todo el día detrás de ella, controlando su comida y agobiándola por cualquier aspecto. Se sinceró conmigo y me dijo que no quería venir, que ella estaba bien que lo único que no la hacia feliz era su cuerpo y sus piernas que eran demasiado gordas y que en eso no la podía ayudar.
Ésto sólo fue el comienzo de un montón de terapias que vinieron después, dónde pude ayudarla a encauzar su vida, sin presiones, sin obligarla a comer,ni obligarla a no vomitar, ese no era mi objetivo principal. Mi objetivo siempre fue, que controlase la ansiedad que le provocaba su cuerpo, que conociese el trastorno completamente y que supiese cómo manejarlo y combatir contra él, el parón de los vómitos y de las dietas vino solo. Cuando ya teníamos una relación especial y un buen vínculo decidieron ingresarla (el psiquiatra de la seguridad social) por que tenía infrapeso, así que dejó de venir y me confesó que me había estado mintiendo en muchos aspectos, vomitaba mucho más de lo que ella me contaba y se daba atracones con mucha más frecuencia, no me lo tomé como algo personal; la expliqué que ella estaba controlada por el trastorno y que la mentira y el ocultarme cosas no era más que un síntoma más de que su bulimia en esos momentos era más fuerte que ella. La verdad que la ayudó a sentirse menos culpable.
Éste sólo es un caso de los muchos que he tratado en terapia. Los trastornos de alimentación siguen vigentes en nuestra sociedad, normalmente se ha asociado a mujeres, como consecuencia de la presión social que hemos tenido desde siempre; pero cada vez, se da más en hombres y en chicos jóvenes.
Uno de los principales «inconvenientes» a la hora de realizar terapia con este tipo de pacientes es su rechazo a padecer un trastorno. Cómo en muchos otros trastornos de ansiedad lo principal es reconocer que se tiene un problema ya que sino que la terapia tenga éxito es complicado. Aún así se intenta que haya un descubrimiento guiado por parte del terapeuta dónde se le hace tomar conciencia de la problemática y de sus consecuencias.
Anorexia Nerviosa
Cuando hablamos de anorexia, hay una distorsión de la imagen corporal y un miedo a engordar que conlleva a una restricción de la ingesta de la comida y actividades compensatorias como ejercicio físico y a veces actividades purgativas (cómo vómitos, uso de laxantes…).
Complicaciones físicas: amenorrea (pérdida de la regla), piel seca (por la deshidratación), pelo lacio, uñas que se rompen con facilidad, laguno (crecimiento de pelo en zonas anormales, es parecido al de los bebés cuando nacen), bradicardia (ritmo cardíaco lento), hipotensión, arritmias cardiacas…
Bulimia Nerviosa
En la bulimia, también existiría ese miedo a engordar y distorsión de la imagen corporal; pero en este caso, el comportamiento ante la comida es clave. La anorexia suele ser completamente restrictiva, normalmente es muy difícil encontrar anorexicas «puras», ya que normalmente las restricciones dan lugar a atracones por que no pueden aguantar el hambre.
En la bulimia los atracones (ingesta de comida en corto periodo de tiempo con pérdida de control) suelen ser frecuentes así cómo las conductas compensatorias (vómitos y laxantes) una vez se haya dado el atracón. Nos podemos encontrar con pacientes que vomitan de 25 a 30 veces al día.
Complicaciones físicas: amenorrea, deshidratación, disminuciones de cloro y sodio, deficiencias de potasio (puede dar lugar a un ataque al corazón), anemia, ardor de estómago y quemaduras en el esófago, alteraciones dentales y signo de Russel (callosidades en el dorso de la mano).
Si tienes algún conocido o familiar en esta situación no dudes en llamar y preguntar, o si crees que puedes ser tú la que está situación que sepas que los trastornos de alimentación tienen solución.